Secuelas psicológicas en agresiones sexuales

Colaboración con la Sexta Noticias en “el caso de la Manada”

El pasado 14 de noviembre me invitaron a participar como psicóloga experta en violencia machista en la Sexta Noticias por el caso del “Juicio de la manada”.

Vinieron a entrevistarme para conocer las secuelas que puede sufrir una mujer que ha padecido una violación y cómo puede afectar  enfrentarse al juicio, además de a las opiniones que cuestionan su versión de los hechos.  En el día de hoy, día mundial de la violencia de género he decidido escribir sobre ello.

Quiero contribuir explicando que ocurre psicológicamente a una mujer que sufre una agresión sexual donde su cuerpo es vulnerado y tratado como un mero objeto.

En el mismo momento de la agresión sexual, es bastante común que haya un estado de “Shock”.

Primeramente quiero dejar claro cómo funciona una emoción tan ancestral como el miedo. Así podremos entender que una persona en el momento de una violación actúe con actitud pasiva y no grite, ni diga NO, ni tan siquiera haga ningún gesto. El miedo nos lleva a dos tipos de respuesta. Una respuesta de huida o escape o una parálisis.  Si conoces a alguien que le hayan robado o si a ti algún día te robaron, en un determinado momento pudiste actuar siguiendo las instrucciones de tu agresor sin poner oposición ninguna, lo único que querías es que se llevasen el dinero, pasase ya y  que tu vida no peligrara. ¿Por qué nos cuestionamos esta respuesta tan ancestral en una agresión sexual?

En una agresión sexual se tiene un claro temor por la vida, están utilizando tu cuerpo como si fuera una cosa, tú no vales nada ni eres nadie en ese momento para el agresor. Y están atentando contra ti, no quieren algo tan material como tu dinero sino tu cuerpo. Y el cuerpo es inseparable de mí ser. Imagínate la respuesta de temor tan intensa que puede darse y la vulnerabilidad que se percibe para poder salir viva de esa situación.  El desbordamiento emocional ante un suceso tan inesperado y traumático nos lleva a desconectar con nuestra parte más racional y podemos entrar en un estado de shock por altos niveles de ansiedad. La mayor parte de las veces se da un embotamiento afectivo (incapacidad para sentir emociones),  y  puede existir  una especie de “desconexión” con lo que está sucediendo en esos momentos, hay distanciamiento de la realidad (disociación). Esa es la razón por lo que en muchas ocasiones no se recuerda bien lo ocurrido.  Puede haber  también sentimientos de confusión e irrealidad, una reacción agresiva, o incluso una  respuesta de risa nerviosa.  Esa es la manera que tiene el cerebro de protegernos ante algo tan duro. Este estado puede durar minutos, horas e incluso días. La violencia ejercida y la percepción de peligro por parte de la víctima influyen en la gravedad de las secuelas. No obstante, cualquier reacción sería normal ante una situación tan traumática.

Como reacciones inmediatas a lo vivido pueden aparecer  sentimientos de culpa, vergüenza  e indefensión,  rabia y/o llanto repentino, disminución de la concentración,   existiendo una dificultad para la  toma de decisiones.  Dicha sintomatología se puede alargar bastante en el tiempo, incluso años.

En un alto porcentaje, es muy factible  que se desarrolle un trastorno de estrés postraumático caracterizado por:

  • Altos niveles de ansiedad y alerta constante ante un posible nuevo peligro relacionado con los sucesos vividos.
  • Evitación de recuerdos, situaciones y /o estímulos que le recuerden el suceso.
  • Pesadillas o flash-backs que son imágenes de lo vivido que aparecen de manera intrusiva. Vuelven a despertar sensaciones similares a las ya vividas.

Se pueden desarrollar otros tipos de problemas relacionados con ansiedad o depresión, altibajos emocionales en la relaciones consigo misma y con los demás que puede dar lugar a conductas autodestructivas como por ejemplo una conducta sexual extremadamente inhibida o compulsiva, autolesiones o ideas suicidas,  y problemas en la relaciones sexuales, etc.

A pesar de lo sufrido,  muchas mujeres acaban viéndose como supervivientes y aprendiendo a vivir con ello. Superando lo acontecido. Un buen apoyo social y una ayuda profesional son importante en estos casos.

Para el proceso de recuperación  psicológica  es importante proteger a la mujer durante el proceso judicial.   Someterse a que tu relato sea creíble. Someterse  al juicio que hace la sociedad de lo ocurrido, bien porque argumentan que no ocurrió o bien que ella lo provocó, es algo muy doloroso que despierta sensaciones similares al acontecimiento traumático. Sensaciones de indefensión ante lo ocurrido, de desprotección, vergüenza, culpa,  ira y /o  aislamiento. A lo que  denominamos victimización secundaria.  Pueden incluso llegar a dudar de ellas mismas y de si tuvieron responsabilidad o no en lo ocurrido.  Ese es el motivo, junto con sentimientos de miedo y vergüenza por el que muchas mujeres abandonan el proceso judicial cuando han sido víctimas de violencia de género e incluso acaban decidiendo no denunciar.

La violencia de género o machista abarca mucho más que la violencia que se da entre las parejas, del  hombre hacia la mujer. Es una violencia hacia la mujer por el hecho de ser mujer y lo que esto conlleva socialmente.  Y sigue existiendo una violencia desde las instituciones y  con los diferentes actos culturales a nivel mundial.  Hoy recordamos que esto existe  y buscamos intensificar el compromiso  en la lucha  por parte de la sociedad  y desde las instituciones para erradicar este tipo de violencia.