El miedo al sentimiento de rechazo por parte de los demás es un miedo muy humano que todos en mayor o menor medida hemos tenido a lo largo de nuestra vida y en múltiples situaciones. Es un miedo, que en su justa medida, nos ayuda a convivir con los demás. Nos ayudan a integrarnos en la sociedad en que vivimos y a seguir sus normas de convivencia. Pero si nos sobrepasa, si nos prohíbe actuar con normalidad y nos hace estar cohibidos con los demás, puede convertirse en la mayor fuente de nuestro sufrimiento. No viviremos en paz con nosotros/a mism@s.
Normalmente tememos ser rechazados por aquellos comportamientos que en el pasado nos han criticado y / o que no hemos percibido bien recibidos por los demás, siendo esto real o no, pero en esas vivencias nos hemos sentido avergonzados y no valorados.
Algunas personas han vivido situaciones traumáticas en su infancia al respecto como por ejemplo una situación de acoso escolar que puede generar una mayor sensibilidad y alerta ante situaciones que puedan ser similares o despierten algún recuerdo. Pero no siempre es necesario vivir algo muy traumático para que el miedo al rechazo suponga un problema.
A lo largo de nuestra experiencia y con los mensajes que hemos ido recibiendo desde pequeños hemos podido ir sensibilizándonos ante la posibilidad de sentir un rechazo por los demás, evitando ciertas situaciones o comportamientos.
Se adquieren y se interiorizan normas de comportamiento que buscan el ser aceptados y que “parecen” minimizar el riesgo a sentir esa angustia, es decir, buscamos evitar estar expuestos a esa posibilidad de rechazo. Esas normas, lejos de solucionar nuestro problema lo agravan. El miedo se instala y conduce nuestras vidas, dejando de disfrutar en las situaciones sociales que nos encontramos, sintiéndonos cada vez más inseguros y ansiosos.
Las normas que nos imponemos para relacionarnos buscan agradar a los demás, minimizar un posible conflicto y/o no exponernos a la posible burla aunque a la larga salgamos perjudicados. En la vida, nos encontraremos personas que no nos acepten, a quienes no gustemos o que simplemente con los que no haya afinidad en algún momento. Eso es algo que es inevitable y movernos por el miedo a que ocurra es limitarnos nuestra vida. Necesitamos aprender a convivir con ello y aceptarlo.
Las normas de las que hablamos se traducen en exigencias y prohibiciones. “Tengo que ser más hablador”, “no puedo estar tan callado”, “pareceré un soso”, “no tengo que hacer el ridículo, es mejor que me calle”, “no tengo que ponerme rojo”. Y cuando no cumplo con ellas me critico duramente: “habrá pensado que soy un inútil, he metido la pata” “seguro que ha pensado que muermo, ya no me volverá a llamar”. Es imposible actuar siempre de una determinada manera, y habrá muchos momentos que no pueda cumplir con lo que me digo porque soy humano. Además no puedo controlar lo que la otra persona piense de mí ni tampoco adivinar lo que piensa, pero si manejar lo que yo siento y tener una actitud que me haga sentirme mejor. Me guste o no, cometo errores, no estoy siempre del mejor humor para relacionarme o simplemente tengo otras necesidades, objetivos y/o gustos distintos a los del resto de personas con quien me relaciono.
Pasos para superar el miedo que te impide relacionarte con los demás.
1. Se consciente de tu miedo, de lo que sientes cuando lo tienes y de dónde te puede venir.
Pregúntate por las experiencias dónde te has sentido fuertemente rechazado, avergonzado y/o humillado. Entenderte te ayudara a ver que los pensamientos que tienes acerca de los demás únicamente informan de tu miedo, no tiene por que ser la realidad. Y si lo fuera ¿es peor vivir con continuo malestar de las posibles consecuencias o asumir que no vamos a gustar a todo el mundo?
2. Deja de criticarte, empieza a aceptarte y a quererte.
Todos cometemos errores, y a veces, algunos errores que creemos cometer corresponden a esas exigencias que tenemos. Recuerda que somos perfectamente humanos y no robots. Puede que a muchas personas no les gusten algunos de tus comportamientos, pero ten en cuenta tus valores, prioridades y necesidades en la vida. Esas personas han tenido otras experiencias y lo ven desde su perspectiva, no de la tuya.Lo que creas que necesitas cambiar para sentirte mejor contigo/a mismo/a hazlo, es un proceso que conlleva un aprendizaje y un tiempo. Inténtalo y plantéatelo como un reto no como una exigencia, nadie nace sabiendo.
3. Comienza a enfrentarte a las situaciones que te generan miedo.
Comete pequeños errores aposta, tolera el malestar de tu miedo y valora las reales consecuencias. Por ejemplo, si tu miedo es parecer torpe y que se te caigan las cosas delante de alguien, simula que se te cae algo. Si tu miedo es mostrarte avergonzado delante de alguien haz aposta cosas para parecer avergonzado como bajar la mirada, hablar poco, etc.
Para ello haz una lista de aquellas situaciones sociales que te dan miedo y ves enfrentándolas poco a poco. Para el enfrentamiento te puede ayudar empezar con este tipo de situaciones simuladas que sirvan “a modo de vacuna del miedo” y puedas enfrentarlas con menos ansiedad cuando se den las situaciones reales.
4. Valora tus progresos.
No te quedes siempre en lo que te costó hacer o como lo hiciste sino de lo que fuiste capaz de hacer a la hora de relacionarte. A lo mejor diste tu opinión acerca de algo en un tono de voz muy bajo o temblando pero lo hiciste, valóralo. Cambia tus gafas para analizar las situaciones que vives, se más justo y comprensivo.